Las monedas digitales de bancos centrales (CBDC, por sus siglas en inglés) son en el enemigo perfecto de Bitcoin. Si el ascenso de Bitcoin puede ser considerado la reacción a los desajustes monetarios que llevan a cabo los bancos centrales junto a los gobiernos, entonces podríamos decir que las CBDC son la contra reacción.
Bitcoin es un activo que ha sido descrito de incontables maneras: dinero de calidad, inconfiscable y resistente a la censura; oro digital, refugio contra la incertidumbre económica, activo especulativo, entre otras.
La aparición de una nueva amenaza siempre es útil para concienciar acerca de la importancia de Bitcoin. Sin un problema claro que resolver, sin casos de uso, y con narrativas confusas, es más difícil que el proyecto llegue a buen puerto.
Lo cierto es que las CBDC son un proyecto incipiente, que entusiasma a gobiernos, pero también genera dudas. Uno de los problemas es el de la intermediación financiera.
Hoy cuando tenemos dinero depositado en el banco ABC, el banco ABC es quien debe responder por el depósito, con las CBDC es el banco central.
Así es como una CBDC le permite al banco central tener un “control absoluto” sobre el dinero, como explicó Agustín Carstens, gerente de Bancos de Pagos Internacionales (BIS).
Bajo un régimen donde las CBDC son el único medio de dinero disponible, los bancos comerciales ya no crearán dinero a través de la reserva fraccionaria.
Y aunque, hasta el momento, ningún gobierno declaró abiertamente la intención de eliminar el efectivo u otros medios de pago para sustituirlos completamente por una CBDC, un despliegue exitoso podría llevarnos a ese escenario.
Asia y Africa lideran el uso de las CBDC
En África y Asia parecen estar encontrando terreno fértil. China, a la cabeza, lleva adelante un programa piloto con más de 260 millones de billeteras digitales para el yuan digital.
Mientras en el continente africano en Nigeria ya está en uso el eNaira, en Ghana y Sudáfrica están llevando a cabo pruebas, y en otra decena de países africanos hay una investigación activa en el campo de las CBDC.
A lo largo de Latinoamérica Brasil es quien lleva la delantera con el desarrollo de un concepto prueba ya casi terminado con el real digital. En Ecuador el proyecto “Dinero Electrónico” fue cancelado, mientras que en Uruguay los resultados del proyecto piloto no dejaron conformes a los funcionarios. Los mexicanos están con demoras en lanzar un piloto y en Argentina no se han hallado indicios.
En Estados Unidos, el presidente Joe Biden ordenó recientemente acelerar la investigación sobre las CBDC, aunque para funcionarios de la Reserva Federal son un “una solución en búsqueda de un problema”.
Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, dijo frente al Senado estadounidense que está estudiando “cuidadosamente, muy cuidadosamente, la cuestión de si se debería emitir un dólar digital”. Las señales no son del todo claras.
Mientras, la Unión Europea acaba de proponer un proyecto parlamentario que abre la puerta al uso extendido de las CBDC que ya están en pleno desarrollo, diseñadas para ser usadas tanto por el usuario promedio como por bancos e instituciones financieras.
La amenaza inminente de las CBDC
Mientras las CBDC se establecen como una amenaza futura, hay otras variantes que son el peligro actual: las monedas digitales de los bancos comerciales (ComBDC) ya están entre nosotros.
Es el dinero que usamos todos los días cuando no usamos efectivo o Bitcoin. El saldo del banco o de una billetera digital, el pago con una tarjeta de crédito, una transferencia bancaria, todos están denominados en ComBDC.
Las ComBDC avanzan a toda máquina. En 2016 en Estados Unidos el 31% de los pagos fueron efectuados con dinero en efectivo, seis años después la participación del papel a la hora de hacer un pago bajó al 18%.
En Europa ocurre algo similar: de un 79% de transacciones en efectivo en 2019, su uso cayó al 59% en 2022. La tendencia es a nivel global, y se aceleró a partir de los confinamientos masivos de 2020 y 2021.
El avance de los medios electrónicos de pago es inevitable. El economista Carl Menger, en Principios de Economía Política explica que “todos los pueblos de elevada cultura, en los que en épocas pasadas el ganado tuvo el carácter de dinero, dejaron de usarlo a medida que pasaron del nomadismo a la cultura agrícola sedentaria y, más tarde, a la industrial, sustituyéndolo por metales, sobre todo aquellos de fácil obtención y fundición”.
Continuando con la aseveración de Menger podemos decir que en la era de la información el dinero deja de ser un bien tangible y pasa al dominio digital.
El dinero fíat, en su formato digital, tiene muchas de las características que se le atribuyen a las CBDC: las transacciones son rastreables, los fondos pueden ser fácilmente congelados o confiscados, los gobiernos pueden implementar políticas paternalistas o cualquier tipo de limitación en el uso de medios electrónicos de pago, tales como cupos de comida chatarra o de emisiones de carbono.
No podrán obtener un mayor control sobre la política monetaria, pero sí sobre el comportamiento de la población.
La trampa aún sigue abierta. Mientras exista el dinero en efectivo habrá una alternativa al dinero digital centralizado, ya sea en su formato de dinero bancario o las CBDC. Esto no durará para siempre, en algunas décadas el dinero físico desaparecerá.
Es un hecho. Y con o sin CBDC, Bitcoin tendrá un rol aún más importante que el actual como una salida de emergencia ante un futuro poco auspicioso para los amantes de la libertad.
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