Tras superar una serie obstáculos legales y políticos, Donald Trump gana la presidencia de Estados Unidos y se prepara para regresar a la Casa Blanca el próximo mes de enero. Esto para iniciar un periodo presidencial que, a juicio de varios analistas, podría generar cambios fundamentales en el sistema estadounidense.
Se acercan unos cuatro años, que, para los republicanos, significan “la recuperación del país”, mientras los demócratas apuntan a una presidencia sin «vallas de contención» para limitar lo que consideran las propuestas más peligrosas de Trump.
La situación se ve agravada por el hecho de que Trump ya dispone de una supermayoría conservadora en la Corte Suprema, la cual se ha fortalecido con la reciente victoria de los republicanos, quienes han logrado obtener al menos 52 de los 100 escaños en el Senado.
Aún se están contabilizando los resultados de la Cámara Baja, que se darán a conocer en los próximos días. Pero las cifras ya ofrecen un mayor margen de maniobra al nuevo presidente. Se prevé, por tanto, que Trump tenga cancha libre para concretar muchas de las ideas que fueron reiterativamente citadas durante su campaña electoral.
Empezar desde cero con Elon Musk
Entre los temas prioritarios se halla las restricciones a la inmigración, que implican planes de deportación masiva de residentes indocumentados y fuertes restricciones para el acceso en la frontera con México.
Pero a esta medida se suma un plan más polémico, en el cual está involucrado el multimillonario Elon Musk, quien se encargará de hacer una reducción masiva del gobierno federal a través del «Departamento de Eficiencia Gubernamental».
De esta forma, en la nueva administración de Trump, Musk promete hacer una reinvención de la burocracia federal. «Comencemos desde cero», dijo en un evento en octubre en Pittsburgh. La meta sería hacer una reestructuración a través de recortes drásticos del gasto con la ayuda de la inteligencia artificial (que alcanzarían los 2 billones de dólares).
Musk dice que los cambios se harán suavemente, ofreciendo generosos paquetes de indemnización a los empleados gubernamentales despedidos, al tiempo que propone un sistema de evaluación que amenaza con despidos «a los empleados derrochadores».
Lucha contra la desdolarización
«Si dejas el dólar, no harás negocios con Estados Unidos porque vamos a imponer un arancel del 100% a tus productos», dijo Trump en septiembre pasado, durante la campaña. Anunció con ello, planes de imponer cargos por manipulación de divisas y aranceles para todo país que opte por una moneda distinta al dólar para el comercio bilateral.
Se trata de una de las medidas con las que piensa combatir el plan de desdolarización puesto en marcha por China y Rusia (junto al resto de países del BRICS), con el cual buscan mermar el dominio mundial del dólar.
Su idea es que sea demasiado costoso, para los países, dejar de usar la moneda estadounidense. Defiende con ello el papel del dólar como la principal moneda de reserva mundial, advirtiendo que perder esa posición sería devastador para Estados Unidos. Es de esperar, por tanto, que los planes de los BRICS encuentren una férrea oposición en el nuevo presidente, que luce dispuesto a evitar el colapso de su moneda.
Bitcoin como reserva estratégica
Entre las promesas de Trump también destacan las que ha hecho para el ecosistema de Bitcoin (BTC), que contempla la creación de una reserva estratégica en BTC y su uso como herramienta para resolver el problema de la deuda que afecta a Estados Unidos.
Trump ha dado respaldo a la propuesta de ley presentada por la senadora Cinthya Lummis, comprometiéndose a conservar el 100% de todos los bitcoins que el gobierno estadounidense posee bajo custodia y a seguir comprando monedas para mantener la reserva.
Tras haberse declarado a favor de las criptomonedas, es posible que el republicano apoye las regulaciones que permitan el desarrollo de las empresas del sector y que impulse el avance de la minería de Bitcoin. Aunque después del triunfo muchos miembros de la comunidad han manifestado su escepticismo de que Trump cumpla con las promesas que hizo durante su campaña.
Recorte de impuestos para recuperar la economía
En materia económica, las esperanzas están puestas en que el presidente electo recupere la economía y se repita el periodo beneficioso que los estadounidenses vivieron durante la primera presidencia de Trump, antes de la llegada de la pandemia de covid-19.
Con este propósito, Trump promete aplicar recortes de impuestos para extender los que ya realizó durante su primer gobierno, cuando redujo la tasa corporativa a 21% y recortó también los impuestos de las personas naturales. En ese sentido, piensa bajar esa tasa a 15%, eliminando además los impuestos sobre las propinas y sobre los pagos de seguridad social de los pensionados.
También ha hablado de imponer aranceles de 10 a 20% diseñados para proteger el empleo estadounidense, lo que podría aumentar significativamente el costo de los productos importados y que posiblemente intensifique la guerra comercial con China.
Como vía para combatir la inflación se propone incrementar la producción de energía en EE. UU., mediante el aumento de explotación de combustibles fósiles. El mandatario promete que la tasa se mantendrá en 2%, tal como pasó entre los años 2016 y 2020.
Un presidente con «superpoderes»
A fin de rodearse con un equipo de personas leales, se pondrá en marcha la llamada Agenda 47, que mediante la firma de una orden ejecutiva permitirá colocar a personas de confianza en posiciones clave del Ejecutivo, en sustitución de funcionarios de carrera.
Esta agenda entusiasma a los trumpistas y, de hecho, es algo que él intentó al firmar, en agosto de 2020, una orden similar cuyos frutos no cosechó, pues poco después tuvo que abandonar la presidencia tras perder las elecciones.
La Agenda 47 plantea desmantelar el Deep State (Estado profundo), que se considera que está afectado por la corrupción. Esto, sumado a las supermayorías republicanas en el Senado, el Congreso y la Corte Suprema -junto al apoyo mayoritario ganado en la votación popular- convierte a Trump en uno de los presidentes con mayor poder y apoyo de la historia estadounidense.
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