Nayib Bukele difundió ayer en X (Twitter) una dirección que almacena “una gran porción” del Bitcoin perteneciente a El Salvador. Estos casi 6.000 BTC fueron transferidos a una wallet en frío que será resguardada en una caja fuerte física en territorio salvadoreño. Esta jugada revelada en un simple tweet, como si de una acción nimia se tratase, es una significativa demostración de transparencia y soberanía monetaria.
Al autocustodiar sus Bitcoin, El Salvador se ahorra riesgos de congelamiento y censura. Cualquier persona puede hacer seguimiento a los Bitcoin de El Salvador.
Al presentar ante el ágora digital una de sus direcciones de Bitcoin, El Salvador se convierte en el primer Estado del mundo que permite una auditoría en tiempo real de sus activos. Cualquier persona, desde cualquier lugar del mundo, puede conocer los movimientos de fondos que se realicen desde esa wallet, e indagar en su naturaleza y las conexiones con los entes con quienes se realicen esos movimientos.
Claro que, hasta que no se presente una prueba de propiedad de esos fondos (firmando una transacción con alguna demostración de que le pertenece a El Salvador, por ejemplo), hay que confiar en la palabra de Bukele. Sin embargo, este nivel de contraloría es inédito en el mundo.
Ningún otro país del planeta puede mostrar con tanta fiabilidad sus reservas. En todos los casos, hay que confiar en la palabra de tesoreros, auditores o banqueros centrales, la cual ha demostrado ser corruptible a lo largo de la historia. Esto no es solo mérito de El Salvador o de Bukele. Ningún otro activo de tesorería, llámese oro, dólares o cualquier otro, permite este grado de trazabilidad sin requerir la confianza en terceros. Con esta acción, El Salvador demuestra un caso de uso de Bitcoin que hasta ahora había sido solo teórico: la lucha contra la corrupción política.
Hubo un momento, sobre todo entre los años 2016 y 2019, en que se habló con insistencia de crear “blockchains” para combatir la corrupción. También esto ha sido defendido como un argumento a favor de las llamadas Monedas Digitales de Banco Central (CBDC). Pero crear una red contable privada o con nodos controlados por unos pocos insiders corre el mismo riesgo que una contabilidad tradicional, es decir, “cocinar los libros”, la reescritura de las entradas de la contabilidad, modificaciones de datos sin dejar registro de ello.
La solución a este problema estuvo presente sin necesidad de reinventar la rueda. Solo Bitcoin ofrece el grado de neutralidad, apertura y descentralización necesario para garantizar un libro contable fiable al grado que se necesita para un Estado. Cualquier malversación que quiera hacerse con los fondos almacenados en ese monedero será visible para cualquiera y quedará registrado como prueba para siempre.
Cabe precisar, como dijimos al inicio, que la dirección expuesta por Bukele solo representa “una porción” de los bitcoins que mantienen, por lo tanto, solo de esa porción se tiene transparencia. Sin embargo, esto representa un paso para saldar esa deuda que el presidente de El Salvador tenía con su pueblo desde el momento en que comenzó a invertir en Bitcoin.
El Salvador realiza un gesto de transparencia con Bitcoin
Pero la transparencia no es lo único resaltante de esta acción. El Salvador está haciendo gala de su nuevamente ganada soberanía monetaria al repatriar sus fondos en Bitcoin.
Desde el 2001, la moneda de curso legal de El Salvador pasó a ser el dólar estadounidense. Con ello, cedió su soberanía monetaria al país norteamericano, abdicando de la autoridad de establecer su propia política monetaria, haciendo obsoleta su moneda nacional, y resignándose a recibir las exportaciones de inflación por parte de la prolífica impresora de billetes de Estados Unidos.
Aunque nadie puede modificar la política monetaria de Bitcoin, y al participar en la red aceptas someterte a las reglas de consenso (por ejemplo, que no habrá más de 21 millones de BTC), cuando tienes Bitcoin eres dueño de tu dinero. A diferencia del dinero custodiado por una institución financiera, con Bitcoin en autocustodia nadie puede evitar que se realice un pago o que se reciba una transacción (como muestran las donaciones masivas que está recibiendo la dirección de El Salvador), nadie puede congelar tu dinero.
Al custodiar directamente sus fondos, El Salvador evita el riesgo de congelamiento de cuentas, de decomisos, de censura de transacciones, o hasta la misma exclusión total del sistema financiero occidental; como les ha pasado a países sancionados: Rusia, Venezuela e Irán. Lo cierto es que las políticas de Bukele le han ganado rechazo en ciertas esferas políticas globales, por lo que mantener sus bitcoin en custodia de terceros fuera de su país era un riesgo innecesario de correr.
Aun quedan muchas dudas sobre los Bitcoins de El Salvador: si eso es una porción, ¿cuánto realmente tienen? ¿Quién firma las transacciones? ¿Qué pasará con las llaves una vez que la administración Bukele termine? Sin embargo, esto no deja de simbolizar cómo El Salvador nuevamente está haciendo historia gracias a Bitcoin.
Al ser pioneros con sus pruebas de reserva, le da una lección al resto de los países del mundo sobre el grado de transparencia que ofrece Bitcoin, que no necesitan crear CBDC para un sistema financiero más justo, que no necesitan crear nuevos sistemas de pago transfronterizos para procesar sus transacciones, que no necesitan de terceros para custodiar su dinero, y que no le tienen que pedir permiso a otros países para usarlo. Nuevamente, Bitcoin avanza en su paso hacia la rearquitectura del dinero y las finanzas globales.
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