Siempre que exista un medio de intercambio de valor (u objetos valiosos en sí mismos) y una forma física o digital para trasladarlos y que pasen de mano en mano, existirá la donación, el regalo y también algo más básico todavía como el intercambio comercial. Como tal, donar y regalar y comerciar son actos naturales y espontáneos de la vída económica.
Descontando la que usa dinero en efectivo, la forma más popular de donarlo o hacer crowfunding hoy es a través de plataformas digitales como GoFundMe, Donorbox o Fundly. La forma más común de enviarlo puede que sea PayPal.
Estos negocios actúan como middlemens o intermediarios entre donantes, beneficiarios, emisores y receptores, ayudando a facilitar el acceso pago de productos y la financiación para causas individuales o grupales.
En lo que justa o injustamente ha sido llamado tecno-feudalismo por el economista y escritor Yanis Varoufakis, estas plataformas digitales (o señores digitales, como gustarían de llamarlos los críticos, en clara referencia a los señores feudales) son dueños del “territorio digital” a través del cual pasan estas donaciones y pagos para llegar a sus destinatarios, quienes serían “vasallos” en múltiples parcelas de la World Wide Web bajo la obligación de rentar el derecho a usar las “tierras”.
Estas plataformas son útiles, necesarias y permiten el acceso a financiamiento, donaciones, pagos y hasta remesas. No obstante, resultan altamente cuestionables la necesidad y dependencia de ellas que tienen los usuarios para hacer donativos y comercios por Internet.
Como es natural, estas plataformas que actúan como intermediarios deben capitalizar su negocio cobrando un porcentaje por el servicio que ofrecen. GoFundMe, por ejemplo, deduce automáticamente el 2,9% + EUR 0,25 por cada donativo.
DonorBox, por su parte, funciona según un modelo de suscripción gratuito y otro profesional y personalizado, este último el cual tiene un precio de USD 139 por mes. A todas las suscripciones se le aplica una tarifa plana o percentual fija de mínimo 1,75% al monto total por cada donativo recibido.
En realidad, cualquier pasarela digital de pagos como PayPal o Venmo sirven para hacer donaciones a personas o empresas jurídicas. En estas se presenta el mismo problema (o ventaja, según se vea) que en otras empresas de servicios digitales: la presencia de un intermediario que conecta donantes con donatarios o compradores con vendedores y cobra por sus servicios.
Reitero una vez más la existencia de estas plataformas es útil y necesaria. También opino que los usuarios necesitan urgentemente una alternativa si no estuviesen de acuerdo con las cláusulas y política de servicios potencialmente injustas de dichas plataformas. La alternativa clara es Bitcoin, que puede ayudar a descentralizar el acto natural de enviar y recibir pagos y donaciones.
¿Por qué Bitcoin es una alternativa seria para enviar pagos y donaciones?
Bitcoin para enviar y recibir pagos y donaciones no es una propuesta romántica. Su uso no se puede atribuirse a la necesidad de emprender una guerra de guerrillas digital, donde el objetivo es sortear los puntos de control instalados por los señores feudales y escapar de sus oficiales de justicia señorial, los acreedores del Rey.
Bitcoin posee varias utilidades reales para enviar donativos, empezando por sus tarifas. Una curiosidad es que las donaciones fue uno de los primeros casos de uso de Bitcoin, como lo demuestra la histórica saga de WikiLeaks. Usar la red peer-to-peer (P2P) de pagos Bitcoin es conveniente a nivel económico. Esto es así porque la red de Bitcoin no posee tarifa plana porcentual, es decir, un porcentaje deducido del monto total proporcional a la cantidad enviada.
Por el contrario, se trata de un sistema de tarifas ajustable manualmente por el usuario, quien puede ofrecer la cantidad que quiera por el servicio, aunque el éxito de esta transacción depende de que la tarifa propuesta sea competitiva para ser tomada en cuenta por los mineros de la red e incluida en un bloque.
Al momento de la redacción, una transacción de alta prioridad en la mempool de Bitcoin paga 10 sats/VB, lo que equivale a USD 1,28. Una de baja prioridad (de 7 sat/VB) paga USD 0,90. Según una página de métricas en cadena, el precio histórico promedio de una transacción de Bitcoin es de 0.000013 BTC (USD 1,22).
Esta tarifa, que está sujeta a cambios según la demanda de la red de Bitcoin y que ha alcanzado los USD 30 o más durante momentos de excepcional congestión, sigue siendo considerablemente más barata en promedio que la ofrecida por cualquier intermediario de pagos.
Claro está, Bitcoin es especialmente útil para enviar donativos y comerciar cuando la demanda de la red es baja, que es la mayoría del tiempo, como puede observarse en este gráfico de tarifas que va desde abril del 2022 hasta la fecha.
La red de Bitcoin, que es un sistema distribuido entre validadores, mineros y usuarios, y por lo tanto no controlado por ningún organismo o entidad específica, también protege al envío de donativos y pagos de ser bloqueados o congelados por intermediarios y sus políticas de cumplimiento potencialmente injustas.
Bitcoin es y será seguro hasta que se demuestre lo contrario
Solo en un caso improbable, sin precedentes y no definitivo, la red de Bitcoin podría centralizarse en unas pocas manos y ejercer censura a través de los mineros de las transacciones de los usuarios de la red.
No obstante, al ser un sistema distribuido por todo el mundo, Bitcoin es en la realidad (y seguirá siendo en la potencialidad) miles de veces menos proclive a la censura que cualquier negocio o empresa de pagos y donaciones de fondos, cuyos sistemas de infracciones y penalizaciones a los usuarios tienden a la arbitrariedad.
Cierto es que la participación de intermediarios físicos y personas jurídicas concretas y reconocibles les permite a los estados y gobiernos proteger a los donantes de financiar a esquemas fraudulentos o causas como el terrorismo.
Bitcoin, al ser un sistema pseudoanónimo y susceptible de menor trazabilidad (aunque sí la tiene), garantiza la libertad de uso de los fondos, pero no un control estricto de quién los recibe ni para qué.
Su sistema se basa, pues, en el derecho natural, el primero de los tipos de derecho, y funciona como un acto entre dos personas que se da previo a la voluntad de los legisladores, y que es dependiente de la buena fe y voluntad de los participantes.
Bitcoin es, pues, más barato y más seguro para enviar donaciones, pagar y financiar buenas causas. Basta con investigar la integridad de dicha causa o persona que se quiera financiar, solicitar una dirección de Bitcoin y enviar, pagando una tarifa ínfima, la cantidad de dinero que estés dispuesto.
Por estas cualidades y debido a la facilidad que la red de Bitcoin da, parece extraño que el sistema de pagos de BTC no haya destronado hasta ahora a las empresas de remesas del mundo. Pero ese es un tema de otro artículo de opinión.
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